Incluso antes de que el innovador repostero alemán Hans Riegel fundara la empresa de caramelos Haribo y lanzase las gominolas de ositos de gelatina en 1922, los caramelos de fruta a base de gelatina, como las gominolas de vino o las pastillas de goma, llevaban en el mercado del Reino Unido desde principios de la década de 1900.
Los ositos de goma, conocidos también como Jelly Babies, gusanitos de goma o frutas de goma, son un gran negocio: el mercado global de los caramelos de goma y las jaleas tiene un valor aproximado de 14 000 millones de dólares a nivel mundial, según los analistas(1).
Los caramelos de goma vegetarianos, elaborados principalmente con pectina, se han abierto un hueco en el mercado, pero las propiedades gustativas superiores, la transparencia y la rentabilidad de la gelatina garantizan su predominio permanente en esta categoría. También ayuda el hecho de que la gelatina sea una proteína natural derivada del colágeno con etiqueta limpia que no precisa ningún número E en Europa.
El auge de las gominolas funcionales
No obstante, el crecimiento actual en la categoría de ositos de goma no procede del mercado tradicional de los caramelos de goma, sino de los caramelos de goma funcionales que suelen venderse como productos nutracéuticos o incluso ingredientes farmacéuticos activos (IFA) normalmente con forma de caramelos de goma vitamínicos.
En el mercado estadounidense de suplementos dietéticos, los caramelos de goma han pasado a ser el segundo formato de mayor aceptación después de las píldoras y los comprimidos. Según el Nutrition Business Journal, las ventas de ositos de goma nutracéuticos aumentaron un 6 % y representaron el 13 % de las ventas de suplementos estadounidenses en 2019.
Los caramelos de goma funcionales, que pueden contener minerales, fibras, probióticos, proteínas, colágeno, productos botánicos, entre otros, representan el 40 % del mercado mundial de 14 000 millones de dólares y se prevé un ascenso de 6000 a más de 10 000 millones de dólares en cinco años según los analistas de Research & Markets.
Breve historia de la confitería y los alimentos funcionales
El auge de los caramelos de goma funcionales y, más genéricamente, la confitería funcional se remonta a la década de 1990, cuando los avances en la formulación de los alimentos permitieron incorporar nutrientes a una amplia gama de alimentos bajo el nombre de alimentos y bebidas funcionales.
Antes de la década de 1990, existían algunos ejemplos aislados de alimentos funcionales, como los Corn Flakes de Kellog enriquecidos con vitaminas en la década de 1930 o el yogur líquido probiótico Yakult que hizo su primera aparición en Japón en la década de 1950. Incluso las pastillas para la garganta enriquecidas con vitaminas podrían considerarse confitería funcional o alimentos medicinales.
Pero fue en la década de 1990, con la convergencia de los avances en la formulación y las ciencias de la nutrición, junto con el creciente interés público por la salud, el bienestar y la prevención de enfermedades, cuando los alimentos funcionales comenzaron a generalizarse.
De repente, cada grupo alimentario pasó a ser un candidato para el enriquecimiento, desde los lácteos al pan, pasando por los zumos y las barritas energética y, naturalmente, la confitería funcional como el chocolate y los ositos de goma.
Lamentablemente, el éxito de muchos de estos productos fue nulo o insuficiente, ya que los consumidores no percibían (suficientes) beneficios inmediatos para la salud que aportaban los alimentos funcionales que consumían. Las bebidas energéticas constituyen una clara excepción.
A otros consumidores no les atraía la idea de medicalizar los alimentos o se sentían confundidos por la frecuente ambigüedad de las ciencias de la nutrición, la cobertura mediática sensacionalista o las alegaciones de propiedades saludables por parte de los organismos reguladores (o la inexistencia de las mismas).
Los productores de la confitería funcional tuvieron que explorar este terreno porque querían convencer a los consumidores de que un alimento placentero también podría ser bueno para ellos.
Son escasas las historias de éxito relacionadas con la confitería funcional aparte de los chicles, el chocolate y los caramelos con bajo contenido en azúcar destinados directamente a quienes están preocupados con el control del peso. Cambiar a las barritas de chocolate enriquecidas con fitoesteroles para mejorar la circulación sanguínea resultó ser una propuesta mucho más difícil.
Los caramelos de goma funcionales han tenido mucho más éxito, pero han contado con una ventaja intrínseca: su venta en los canales de suplementos dietéticos y farmacéuticos en lugar de los canales normales de suministro de alimentos.
Los consumidores están mucho más dispuestos a consumir gominolas funcionales que pastillas, dada la gran dificultad que tienen muchos adultos y niños para tragarlas. Una encuesta estadounidense reveló que el 38 % de adultos pertenece a esta categoría.
Caramelos de goma funcionales con gelatina
Esta historia de éxito de los ositos de goma funcionales se está viendo reforzada con la aparición de nuevas tecnologías de formulación de la gelatina adaptadas a la confitería funcional.
Antes se daba preferencia a la pectina, el agar-agar u otros hidrocoloides o mezclas más que a la gelatina por el rápido tiempo de gelificación que se necesita en el proceso de producción. Actualmente las gelatinas de diseño especializado (SiMoGel) son perfectas para estos procesos de cuajado rápido que son comunes entre los fabricantes de suplementos dietéticos e ingredientes farmacéuticos activos (IFA).
En esencia, los moldes de almidón empleados habitualmente para elaborar ositos de goma de gelatina normales no servían para el ámbito de los productos nutracéuticos y farmacéuticos, donde las líneas de producción cambian con frecuencia y de forma drástica y se precisa una higiene absoluta para cumplir con las buenas prácticas de fabricación (GMP, por sus siglas en inglés).
Ganan las propiedades gustativas de las gominolas
Ante esto, Rousselot desarrolló una gelatina específica –denominada SiMoGel– sin depósitos de almidón en moldes de silicona hiperhigiénicos, por ejemplo, para que los fabricantes de caramelos de goma funcionales puedan ofrecer productos de consumo con las propiedades gustativas superiores que solo pueden conseguirse con las gominolas de gelatina.
Los niños –y los adultos– ya no tienen que pasar un mal rato masticando productos y gominolas funcionales con mal sabor.
Los últimos refinamientos han dado lugar a las «gummy caps» de gelatina blanda rellena, un nuevo formato de administración inventado por Rousselot que puede enriquecerse con productos nutracéuticos o ingredientes farmacéuticos activos en mayores concentraciones y resolver así un problema complejo para los productores desde hace tiempo.
La nueva gelatina también conlleva una reducción del tiempo de cuajado de la goma a 15 minutos: un tiempo por lote que muchas empresas de productos nutracéuticos y farmacéuticos consideran aceptable en comparación a 24 horas.